sábado, 7 de diciembre de 2013

Esp3jismos Capítulo 2




Capítulo dos: “La Lucha”

“Vivimos en lugares en los que no queremos vivir, haciendo cosas que nunca pensamos que haríamos. La vida es una jungla y se supone que gana el más fuerte. Eso es lo que sabemos todos, estamos en una constante lucha con nosotros mismos. Algunos pelean sus batallas por continuar viviendo, otros pelean por terminar de vivir. Esta en nosotros ganar esa pelea sin ser los más fuertes, solo nosotros podemos vencer lo que nos atrapa en nuestros adentros.”

Al parecer mi color preferido va a ser el blanco, ya que es el único color que veo en lo que creo que son días. Por lo visto sigo estando solo acá, por suerte ya no me veo a mi mismo congelándome, ni nada de todo eso que tanto me asusta.
En otras circunstancias, estaría pensando en cómo matar el tiempo, lo que es irónico, porque en este lugar el mismo no existe.
 Dije que soportaría permanecer lo que sea necesario acá, siempre y cuando no tenga que volver a tener recuerdos ni nada de todas esas cosas crueles que hacen que me sienta terriblemente como un peón de algún tipo de juego de mal gusto. Ahora cambie de opinión, necesito volver a ver a Alice, quiero sentirla, olerla y recordarla una vez más.
 Tengo mucho temor, tengo miedo de olvidar, no quiero olvidar nada. Los recuerdos son lo que creo que me mantienen vivo en mi interior y no puedo deshacerme de ellos por muy grande que sea el sufrimiento. Estoy olvidando como huele la chica mas linda de mi mundo, y necesito recuperar aunque sea eso.
 ¿Cuándo ya no hay más recuerdos, qué es lo que hay? No paro de hacerme esta pregunta y de respondérmela tampoco. La respuesta es simple, no queda nada. Soy consiente de esto y estoy completamente a favor de lo que aprendí en mis clases de filosofía sobre “Parmenides” y es que la nada no existe. No quiero dejar de existir, tengo un instinto vivo dentro de mí que me pide seguir viviendo, claro que no de esta manera, pero el fin es el mismo, seguir viviendo.
Me esfuerzo por tratar de recordar algo por mínimo que sea, pero es inútil mi mente esta completamente vacía. Lo intento una y otra vez con el mismo resultado nulo.  Es frustrante, muy frustrante. Sin más me doy por vencido. Me siento en el piso, que por cierto se siente demasiado frio contra mi piel desnuda. No tengo nada que hacer y cierro los ojos, quiero que la oscuridad me carcoma.
Sin probar en intentar otra vez el recuerdo que tanto buscaba toma lugar y se apodera del momento.
Es de noche, una estupenda noche debo decir. En el cielo se puede ver a la luna, siempre presente en nuestras vidas, siempre ahí incondicionalmente sin importar qué llueva o truene. Ésta no se encuentra sola, hay muchas estrellas brillando sin cesar haciéndole compañía. Es un momento justo para tomar una fotografía mental del hermoso paisaje que me brinda este cielo.
Por otro lado el clima es ideal, muy cálido pero no me llega a sofocar y una brisa muy refrescante choca contra mi cuerpo una y otra vez.
Nunca presencie una noche tan perfecta.
  Los brazos de mi mamá me recorren la cintura. La echaba de menos. Sus verdes ojos me demuestran que también esta disfrutando del momento madre e hijo.
-  A veces me haces mucha falta. Ya se que no estoy sola, y que tengo a mi hermoso y quejoso marido, a lo que voy es que quiero que quede claro que Igualmente te extraño. Me gustaría que pudieras venir más seguido, y se que no puedes por todas las cosas que implican ir a la universidad, pero eso no saca de lado el hecho de que te extrañe demasiado.- Sus ojos se llenan de lagrimas, y me abraza más fuerte, como si temiese que yo llegara a desaparecer. Odio verla llorar, y ahora temo que las lágrimas inunden mi cara de la misma manera que la de esta hermosa mujer.
- Yo también te necesito mamá, y a estos momentos… Es en serio cuando digo que me gustaría estar más tiempo del que puedo acá. Extraño verte todos los días y sobre todo despertarme por la mañana oliendo el delicioso tocino que me hacías, en lugar de tener que ver a mi compañero de cuarto roncar. Tendrías que verlo es totalmente desagradable, y se que no lo aceptarías.
Ahora noto como sus lágrimas van desapareciendo de su cara, que es muy bonita para tenerlas, y ahora se da lugar a una amplia sonrisa angelical. Mucho mejor, verla feliz y riendo siempre es mucho mejor.
- Con que quieres tocino mañana por la mañana. Veré que puedo hacer… ¡Pero ni porque fueras mi hijo preferido!- Otra sonrisa se sumerge en su rostro. Acto seguido me suelta la cintura lentamente para darme su mano, la cual acepto.- Vámonos a dentro, ya esta refrescando y tu padre se debe de estar preguntando que tanto hacemos acá afuera.
- Enseguida voy. Quiero quedarme un rato más acá, después de todo no tengo vistas tan hermosas y naturales como estas para contemplar todos los días.
Estoy solo sentado en un sillón en el medio del jardín. Al verlo sonrío, de chiquito solía jugar a que era un caballo gigante y yo me sentaba en el respaldo como si lo domara. Era demasiado inocente, ahora ya adulto lo puedo utilizar como lo que es un sillón muy cómodo que me trae muchos recuerdos.
 Me pongo a contemplar la luna una vez más y pienso en la Luna y el Sol. Siempre están ahí y me pregunto si algún día podré encontrar a alguien que sienta que yo siempre estoy justo ahí para lo que sea.
 A lo lejos escucho el sonido de del mar, de las olas que vienen y se van. Ese sonido es muy relajante, si fuera por mí viviría en una carpa en este jardín. Todo se ve con tanta claridad bajo la luz de la luna…
Todo vibra de nuevo y como era de esperarse vuelvo a la inmensa luz blanca. Voy a llamar a el lugar en el que estoy como “Luciérnaga”, si voy a seguir estando mucho rato prefiero llamarlo con algún nombre y empezar a sentir que es mi nuevo hogar. Hay veces en las que hay que adaptarse a la realidad de uno, aunque no estoy completamente seguro de que esto sea real.
 Esta es la primera vez que no regreso a Luciérnaga furioso por todo lo que me pasa. Me siento muy feliz, pude recordar algo más, pude sentir el caluroso abrazo de mi madre y pude contemplar una noche de lo más perfecta.
  Admito que todos los recuerdos que vienen y se van me dejan muy confuso, no estoy realmente seguro de que algunos sean de verdad. Pero si los son, no hay nada que quiera más que volver a mi vida. Extraño demasiado mi vida. Igualmente ya no me siento atrapado acá, si estoy en luciérnaga es por alguna razón y es mi tarea adivinar cual es para poder volver a vivir. Estoy metido en una guerra y el único que tiene que pelear soy yo.
 En este preciso momento me duele mucho la cabeza, pero no me arde como todas las veces anteriores, sino que me dan puntadas. El dolor va bajando hasta llegar a mi hombro, pero continua descendiendo por todo mi brazo, mi panza, y por todo hasta llegar a mis pies.
 El dolor es muy intenso, me arde el pecho y las puntadas siguen siendo intensas y no cesan. Una vez más la luz me lastima los ojos, que cierro con todas mis fuerzas. Siento como tiemblo, no lo puedo controlar. Temo que en cualquier momento deje de existir para ser solo cenizas.
 Aunque parezca imposible la luz penetra mis ojos a pesar de que los tengo cerrados y de nuevo conozco la sensación, todo vibra una vez más.
Se lo que representa esa mirada y es que esta preocupada. Quiero que me cuente que es eso que tanto le preocupa, pero al parecer esta muy inmersa en sus pensamientos como para hablarme. Estamos los dos acostados en el jardín de nuestra casa sobre una manta muy colorida y alegre. Como de costumbre el día es precioso, esta empezando el verano y eso me da muchos ánimos. El verano es mi estación preferida del año, todo se ve tan alegre y nos hacer ser más felices.
Miro esos enormes y preciosos ojos saltones, que también me están mirando. El olor a jazmín que desprende su piel invade mis sentidos. Es muy agradable. Le acaricio su mejilla y siento su piel suave debajo de la mía.
- Me encantaría saber qué es lo que tanto te preocupa, y que tanto dudas de decirme.- Alice frunce el ceño, como si no pudiera entender cómo sé que tiene algo para decirme.
- Sin duda te encantaría saberlo, y no entiendo como podes leerme con tanta facilidad, creía no ser tan predecible. Me preocupa demasiado que esto que tenemos cambie. Te quiero demasiado para dejar que todo se ponga mal.- Me mira como si su vida dependiera de ello, esta asustada, y se que hay algo más. Sea lo que sea a estas alturas, tendría que entender que no hay nada que pueda decirme que me haga decidir que todo termine entre nosotros. Me asombra su falta de confianza sobre lo mucho que la quiero.
- Creí que sabías que no te dejaría nunca. Soy muy feliz a tu lado. Mira nuestra casa, ¿Qué es lo que vez?- Alice se sienta sobre la manta y se gira para poder contemplar la hermosa casa que construí con mi empresa el año pasado justo luego de habernos casado.
-  Veo un hogar, que me encanta.- Se gira de nuevo y se acerca más a mi lado para abrazarme.
-Correcto, no es una casa, sino que es un hogar, que construimos juntos dándole amor cada día. Esto es algo que no quisiera perder nunca. Como ya te dije no hay nada que puedas decirme que pueda hacer que quiera dejar que sigamos construyendo nuestro hogar. Me gustaría que confiaras un poco más en mis sentimientos hacia vos.- La abrazo con más fuerza, pero ella retrocede un poco, levanta su cabeza y me mira, después se mira sus rodillas y sin apartar su mirada de ellas me cuenta lo que tanto la atormenta.
- Estoy embarazada de tres semanas.- Una lágrima recorre su mejilla. Ahora entiendo por qué teme, y es comprensible. Tiene miedo de que haga lo mismo que su padre hiso al enterarse que su madre llevaba una hermosa bebe en su vientre, marcharse.
- No podría ser más feliz. Vamos a ser padres, vamos a tener un pequeñín para que nos acompañe a formar un hogar.- No pude evitar que la emoción inundara mis palabras. Ahora sus lágrimas son cada vez mayores, pero esta vez de felicidad. Se abalanza sobre mí y los dos terminamos completamente acostados sobre el césped.
- Soy muy feliz, de que estés feliz con la noticia, no sabia cómo decírtelo. Tenía mucho miedo.- Noto una gota de alivio en su voz, y no puedo evitar abrazarla con fuerza. Amo a esta mujer con todo mi corazón. Ahora los dos no hacemos más que llorar por la felicidad. Siento una plenitud increíble, y no paro de imaginarme como padre. Me pregunto qué clase de papá seré, y si podré hacer bien mi tarea. Solo espero que así sea.
 Mi mano se desplaza por su panza, sigo sin poder creerlo, ¿Cómo puede uno ser tan feliz?
Poco a poco todo se desvanece. No quiero volver a la luciérnaga estoy muy a gusto recordando el día en el que mi amada me dijo que esperábamos una bendición de Dios. Quiero quedarme para siempre viviendo este momento de felicidad, pero no se tiene en cuenta mis deseos.
 Todo brilla de manera molesta una vez más. Ocurrió lo inevitable, estoy una vez más en este lugar.
Tengo muchas ganas de llorar, pero no lo logro. Es muy injusto que ni si quiera pueda expresarme y sacarme este tremendo dolor del pecho llorando.
 Estoy en medio de un juego, de una batalla, en la que no pedí estar, pero no puedo hacer más que limitarme a aceptar la situación.
 Una vez más no tengo noción del tiempo, ni de lo que es real o lo que no lo es. Estoy varado en lo desconocido deseando con todas mis fuerzas volver a mi vida.
 Ahora lo entiendo.  Desear volver a la vida con todas mis fuerzas no va a hacer que ocurra, además se supone que esto es parte de mi vida ahora, y otra vez siento que me arrasa la ironía al decir ahora, cuando no tengo la menor idea de en que tiempo me encuentro. Volviendo a mi conclusión lo que tengo que hacer es pelear esta batalla en la que alguien me metió. Solo voy a poder volver a donde yo quiero estar luchando. Lo que es difícil de entender es el contra quién o contra qué.
  El frío que comienzo a sentir que corre por mi cuerpo me saca de mis pensamientos sobre la guerra que estoy viviendo. Tengo mucho frío, siento como mis huesos se van congelando poco a poco. Ahora estoy tremendamente asustado, porque la última vez que me sentí de este modo apareció… Mierda, no puede ser. Hay una sombra en luciérnaga Se acerca a mi lentamente. Espero no ser yo. No quiero presenciar como exploto en pedazos una vez más.
 El corazón se me acelera, y contengo la respiración. Ahora la sombra ya no es grisácea, porque la imagen ya esta más nítida y todos mis temores se hacen realidad. Me voy a ver morir nuevamente. Mi yo que esta parado justo delante mío me mira, luego levanta un brazo como si le doliera hacerlo y señala detrás de mi. Mientras que lo hace su cuerpo o mi cuerpo no se como explicarlo comienza a congelarse hasta llegar a la cabeza. Una vez congelado explota en miles de partículas de hielo. Mi pecho se cierra, ya no se si estoy respirando. Me doy la vuelta para ver que era lo que señalaba antes de reventar.
 Cuando me doy la vuelta me lamento mucho de haberlo echo, ya que veo como otra sombra desde muy lejos se va acercando cada vez más rápido. Creo que esto va a ser el final, no se si soportaría verme morir tantas veces. Estoy esperando a que lo peor suceda, pero nada. La sombra se quedo parada a unos metros y no puedo distinguir casi nada.
 Un ruido me sobresalta, es la voz de Alice, de eso no tengo la menor duda pero no comprendo que es lo que dice. Miro para todos lados en su búsqueda, pero es tonto, no hay nadie más que la sombra y yo en este estúpido lugar.
 Ahora lo que era una sombra grisácea se transforma en la viva imagen de mi mujer. Todo Mi cuerpo se estremece. Corro en su dirección, necesito comprobar que esta aquí, necesito saber que esta bien y quiero abrazarla. A unos pasos de ese hermoso rostro, veo como comienza a congelarse de pies a cabeza.
NOOOOO!!!!!!!!! Grito una y otra vez, no pueden llevársela. No me la pueden arrebatar de esa manera. Pero todo lo que digo es en vano porque cuando creo que sus ojos se cruzan con los míos explota todo el hielo, sin dejar rastro alguno.
 Ahora todo lo que tengo son pedacitos pequeños de hielo.
El llanto que tanto quería lograr anteriormente sale sin que yo lo pida por mis ojos. No puedo seguir en esta lucha constante. Me quiero dejar vencer.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...